Consejos clave para cuidar a adultos mayores en casa y proteger al cuidador

Claves para apoyar a los adultos mayores y proteger a sus cuidadores

El 80 % de los adultos mayores en Colombia son cuidados por sus propios familiares. Cuidar en casa implica más que atención física: requiere estructura, red de apoyo y bienestar emocional para el cuidador. Expertos en salud pública comparten recomendaciones esenciales para brindar un cuidado responsable, seguro y sostenible en el hogar.

En Colombia, cuidar a un adulto mayor en casa se ha convertido en una realidad cotidiana para miles de familias. De hecho, se estima que cerca del 80 % de los cuidadores son familiares directos, quienes deben equilibrar esta labor con sus compromisos laborales, personales y emocionales. Este escenario, aunque lleno de afecto y compromiso, puede generar una carga significativa si no se cuenta con una red de apoyo y una planificación adecuada.

En el marco del Mes Mundial de Concientización sobre el Abuso y Maltrato en la Vejez, que se conmemora en junio, se vuelve especialmente relevante reflexionar sobre cómo garantizar el bienestar de los adultos mayores sin descuidar la salud física y mental de quienes los cuidan.

Orlando Pacheco Hernández, magíster en Salud Pública y Desarrollo Social y docente de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, afirma que el primer paso es conocer el tiempo y los recursos con los que se cuenta para asumir esta responsabilidad. “Definir desde el inicio la disponibilidad y la red de apoyo ayuda a distribuir tareas y evitar que el cuidado total recaiga en una sola persona”, señala el experto.

Cuidado integral: seguridad, salud física y bienestar emocional

El cuidado de un adulto mayor no se limita a la supervisión básica, sino que requiere un enfoque integral que cubra varias dimensiones.

Desde el punto de vista físico, es fundamental ajustar la alimentación de acuerdo con las condiciones médicas y nutricionales del adulto mayor, así como promover la actividad física según sus capacidades. La estimulación ocupacional también cobra relevancia, ya que ayuda a evitar el sedentarismo y a mantener activa la mente.

Además, el cuidado debe ser interdisciplinario. Idealmente, debe incluir el acompañamiento de un equipo conformado por médico geriatra, enfermero del programa de adulto mayor, fisioterapeuta, fonoaudiólogo, trabajador social y auxiliares de enfermería. Esta coordinación permite una atención más precisa y ajustada a las necesidades cambiantes del adulto mayor.

La seguridad del hogar es otra prioridad. Según Orlando Pacheco Hernández, adaptar el espacio puede prevenir accidentes y mejorar la calidad de vida: “Buena iluminación, pisos antideslizantes, ausencia de obstáculos y barandillas en las escaleras reducen considerablemente el riesgo de caídas y lesiones”. Estas adecuaciones brindan no solo seguridad física, sino también tranquilidad emocional tanto para la persona mayor como para sus cuidadores.

Pero cuidar también implica acompañar emocionalmente. Promover la interacción social, mantener el contacto con familiares y amigos, y fomentar actividades que estimulen el sentido de utilidad y la autoestima son acciones clave para que el adulto mayor se sienta acompañado, valorado y feliz.

El cuidador también necesita cuidados

En muchas ocasiones, el cuidador familiar olvida que también necesita atención. El agotamiento físico y emocional, conocido como síndrome del cuidador, puede desencadenar problemas de salud graves si no se identifican y atienden a tiempo.

Por eso, una de las recomendaciones más importantes es que el cuidador establezca espacios de descanso, pida ayuda cuando lo necesite y se apoye en la red familiar para repartir las responsabilidades.

Entre las recomendaciones compartidas por Orlando Pacheco Hernández se destacan:

  • Definir desde el inicio la red de apoyo familiar y la distribución de tareas.
  • Seguir lineamientos personalizados en alimentación, ejercicio y cuidados médicos.
  • Mantener el hogar seguro con adecuaciones básicas que prevengan caídas.
  • Promover actividades estimulantes, tanto físicas como cognitivas.
  • Evitar el aislamiento del adulto mayor fomentando su interacción social.
  • Cuidar al cuidador, garantizando espacios de autocuidado y bienestar.

Estas prácticas buscan un equilibrio entre la calidad de vida del adulto mayor y la salud del cuidador, asegurando que el compromiso de cuidar sea sostenible en el tiempo y no se transforme en una carga abrumadora.

Cuidar en casa puede ser un acto profundamente humano y transformador, siempre que se realice con información, apoyo y responsabilidad. Así, se contribuye no solo al bienestar de quienes están en la última etapa de su vida, sino también al fortalecimiento de los lazos familiares y sociales que nos conectan como sociedad.