Las personas mayores de 60 años han comenzado a replantearse su estilo de vida. Quienes han llevado una rutina sedentaria durante años sienten el impulso de hacer cambios profundos, adoptar hábitos saludables y prepararse para un 2026 más activo y equilibrado. Entre las primeras decisiones suele aparecer la idea de empezar a caminar con regularidad, una práctica sencilla y accesible que puede marcar una diferencia significativa en el bienestar físico y emocional.
Caminar es, sin duda, una de las actividades más recomendadas para quienes desean iniciar una vida más activa. No requiere habilidades especiales, es completamente gratuita, puede adaptarse a cualquier agenda y, para la gran mayoría de personas, es un ejercicio seguro y sostenible a largo plazo. Además, cuando se realiza de manera correcta y a buen ritmo, se convierte en una aliada poderosa para mejorar la salud general.
Caminar no es solo “dar un paseo” para los mayores de 60 años
Aunque se trata de un ejercicio accesible, caminar de forma adecuada implica algo más que salir a dar una vuelta. Los especialistas enfatizan que este movimiento debe realizarse con una postura alineada y consciente. Los brazos deben balancearse suavemente, sin rigidez; la cabeza mantenerse erguida, con la mirada dirigida hacia adelante; y tanto el cuello como los hombros y la espalda deben estar libres de tensión. De esta manera, el paso se vuelve más firme, armónico y beneficioso para el cuerpo.
Cuando estos elementos se integran, caminar deja de ser un simple paseo para transformarse en un ejercicio cardiovascular completo. Entre los múltiples beneficios que aporta este hábito se encuentran:
- Aumento de la flexibilidad en las piernas.
- Mejora de la fuerza muscular y mayor resistencia a la fatiga.
- Ayuda a quemar calorías y controlar el peso.
- Disminución del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
- Reducción del dolor articular relacionado con la artrosis y alivio del dolor muscular.
- Fortalecimiento de los huesos, lo que contribuye a prevenir la osteoporosis.
- Liberación de tensiones y disminución del estrés.
- Regulación del tránsito intestinal y mejor calidad del sueño.
Si bien caminar es una excelente forma de mantenerse activo, los especialistas advierten que no debe ser el único ejercicio a partir de los 60 años. Existe una actividad que, aunque parecería poco relacionada, se ha demostrado clave para preservar la salud con el paso del tiempo: el entrenamiento de fuerza.
El papel del entrenamiento de fuerza después de los 60 años
Con la edad, el organismo experimenta cambios inevitables. Los músculos se debilitan progresivamente, los huesos pierden densidad y, en el caso de las mujeres, la menopausia acelera aún más este proceso. Por esta razón, incorporar ejercicios de fuerza resulta fundamental para compensar este desgaste natural.
Un estudio de la Universidad de Copenhague, publicado en el American Journal of Physiology, reveló que el entrenamiento con pesas no solo ayuda a ganar músculo, sino que también fortalece la comunicación entre los nervios y las fibras musculares. Esto significa que el ejercicio de fuerza contribuye a proteger las neuronas motoras ubicadas en la médula espinal, esenciales para conservar la movilidad y el buen funcionamiento del organismo.
“Hemos demostrado por primera vez que el entrenamiento con pesas puede fortalecer la conexión entre las neuronas motoras y los músculos”, explicó el investigador Casper Søndenbroe, uno de los autores del estudio.
La combinación ideal para una vida saludable
En conclusión, caminar sigue siendo una actividad magnífica para quienes desean iniciar o mantener una vida activa después de los 60. Sin embargo, complementarla con ejercicios de fuerza es la fórmula perfecta para conservar la movilidad, prevenir enfermedades y promover un envejecimiento más saludable y pleno.



