Si bien el intestino se conoce principalmente por su rol en la digestión, investigaciones recientes han revelado una faceta aún más sorprendente: el intestino es considerado el “segundo cerebro” del cuerpo humano.
Este órgano, con más de 100 millones de neuronas, mantiene una comunicación constante con el cerebro a través del eje intestino-cerebro. Este sistema no solo regula funciones vitales como la digestión, sino también el estado de ánimo, el sueño, la concentración y la respuesta inmunológica.
Sin embargo, este equilibrio se puede romper con facilidad. Uno de los trastornos más comunes son las molestias digestivas funcionales, que afectan entre el 10 % y el 20 % de los adultos a nivel mundial.
Estos trastornos ocurren cuando se interrumpe la comunicación entre el cerebro y el intestino, lo que provoca síntomas como dolor abdominal, calambres, distensión, y variaciones en las heces y la frecuencia de las evacuaciones. En Colombia, se estima que el 20 % de los adultos podría experimentar estas molestias en algún momento de su vida.
El impacto de las molestias digestivas: mucho más que un malestar físico
El estilo de vida moderno es un factor clave en la alteración de la salud intestinal. Las dietas altas en alimentos ultraprocesados, el estrés crónico, la falta de sueño y la exposición constante a la contaminación son algunos de los principales culpables.
Estos hábitos afectan directamente la microbiota intestinal, reduciendo su diversidad bacteriana, lo que a su vez crea un entorno propenso a problemas digestivos y desequilibrios en la salud en general.
Pero las consecuencias de estas alteraciones no se limitan solo al sistema digestivo. Cerca del 60 % de las personas que sufren de molestias digestivas también experimentan síntomas emocionales como ansiedad, irritabilidad, cansancio y fatiga.
Esta conexión estrecha entre el intestino y el cerebro refuerza la idea de que cuando el sistema digestivo se ve afectado, el bienestar emocional también lo está.
Según el Dr. Erik Espitia: “Contrario a lo que muchos creen, el intestino no solo cumple una función digestiva; también es crucial para la salud física y mental. Cuando existen alteraciones digestivas, generalmente se debe a un desequilibrio en la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, que interfiere en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Mantener un equilibrio intestinal adecuado es esencial para una salud integral.”
¿Cómo los probióticos pueden mejorar nuestra salud digestiva y emocional?
Los probióticos, esos microorganismos vivos que se encuentran en algunos alimentos y suplementos, han ganado popularidad por sus beneficios para la salud intestinal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos pueden tener efectos fisiológicos significativos cuando se consumen en las cepas y dosis adecuadas. Esto puede incluir la mejora de la digestión y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
Las investigaciones han mostrado que ciertas cepas probióticas, como el Lactobacillus reuteri Protectis, pueden ser eficaces para mejorar la salud digestiva. Diversos estudios han evidenciado que esta cepa en particular contribuye al equilibrio de la microbiota intestinal, aliviando la incomodidad abdominal y promoviendo una mayor regularidad intestinal.
Incluso un estudio publicado en Frontiers in Gastroenterology reveló que el uso continuo de probióticos no solo mejora la digestión, sino que también puede reducir los síntomas emocionales asociados al estrés intestinal, gracias a su impacto sobre el eje intestino-cerebro.
El microbiólogo Gianfranco Grompone, director científico, subraya que “los probióticos son clave para pensar la salud de manera integral. No solo favorecen la digestión, sino que también influencian cómo nos sentimos, dormimos y afrontamos los desafíos del día a día”.
¿Cómo optimizar el uso de probióticos?
Si bien los probióticos son una herramienta útil, su efectividad puede verse potenciada cuando se combinan con hábitos saludables, como una alimentación balanceada y ejercicio físico regular.
El Dr. Espitia destaca la importancia de tener especial cuidado en momentos del año, como durante las festividades, cuando el consumo de alimentos altos en grasas y azúcares aumenta. “Mantener buenos hábitos durante estas épocas es crucial para garantizar que los probióticos sigan siendo efectivos”, señala.
También es importante recordar que cada persona es única, y lo que funciona para uno puede no ser adecuado para otro. Por eso, siempre es recomendable consultar a un profesional de la salud para recibir orientación sobre la cepa probiótica más adecuada a las necesidades personales.
El equilibrio intestinal es clave para mantener no solo una buena digestión, sino también un bienestar emocional óptimo. Los probióticos, cuando se consumen correctamente, pueden jugar un papel fundamental en la restauración de ese equilibrio y en la mejora de la calidad de vida.
Nota: Los probióticos como suplementos dietarios no están destinados a diagnosticar, tratar, curar o prevenir enfermedades.



