El cáncer de cuello uterino, también conocido como cáncer de cérvix o cáncer cervicouterino, es una enfermedad que se desarrolla de forma lenta y progresiva.
Según el Instituto Nacional de Cáncer (NIH, por sus siglas en inglés), antes de que se forme un cáncer invasivo, las células del cuello uterino experimentan una serie de alteraciones llamadas displasia. Estas células anormales, si no se eliminan o destruyen a tiempo, pueden convertirse en cancerígenas, multiplicarse y extenderse hacia capas más profundas del cuello uterino o incluso hacia tejidos cercanos.
¿Qué es el cáncer de cuello uterino?
El cuello uterino es la parte inferior del útero que conecta con la vagina, y es allí donde pueden aparecer dos tipos principales de cáncer, dependiendo del tipo de célula en que se origina la enfermedad. El más común, representando cerca del 90 % de los casos, es el carcinoma de células escamosas.
Este se desarrolla en las células del ectocérvix, que es la parte externa del cuello uterino. Por otro lado, el adenocarcinoma cervical comienza en las células glandulares del endocérvix, la parte interna del cuello uterino.
Para la detección temprana del cáncer cervicouterino, el NIH recomienda tres pruebas fundamentales. La primera es la prueba del virus del papiloma humano (VPH), la cual detecta infecciones por los tipos de VPH de alto riesgo que pueden provocar este tipo de cáncer. La segunda es la citología o prueba de Papanicolaou (Pap), que examina las células del cuello uterino en busca de alteraciones. Finalmente, existe la prueba conjunta de Pap y VPH, que combina ambas estrategias para una mayor precisión en el diagnóstico temprano.
¿Cuáles son lo síntomas del cáncer del cuello uterino?
Reconocer los síntomas de advertencia también es clave para actuar a tiempo. Aunque en sus etapas iniciales este cáncer puede no presentar síntomas, hay señales que no deben pasarse por alto.
Entre ellas se encuentran el sangrado vaginal irregular, como después de las relaciones sexuales, tras la menopausia o entre periodos menstruales. También es importante prestar atención a cualquier flujo vaginal anormal que tenga mal olor o sangre, así como a las molestias pélvicas, dolor durante las relaciones sexuales, dificultad al orinar o defecar, y sangrado rectal.
Otros síntomas más avanzados pueden incluir hinchazón en las piernas, dolor en la parte baja de la espalda o el abdomen, señales de que el cáncer podría haberse diseminado. Es fundamental consultar al médico ante cualquiera de estos síntomas, ya que muchas veces pueden confundirse con otras afecciones.
¿Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino?
La prevención, la detección temprana y el tratamiento oportuno son las claves para reducir la mortalidad por esta enfermedad, que afecta a miles de mujeres cada año en todo el mundo. Vacunarse contra el VPH y hacerse chequeos regulares son pasos esenciales para proteger la salud cervical.