Suicidio en Colombia 2025: Jóvenes y adolescentes, los afectados

El suicidio en Colombia: una crisis silenciosa que golpea a jóvenes y adolescentes

Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha que invita a la reflexión sobre un fenómeno silencioso pero devastador. En Colombia, aunque las cifras de 2025 muestran una leve disminución respecto al año anterior, el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte entre adolescentes, jóvenes y adultos en edad productiva, lo que genera preocupación en distintos sectores sociales y profesionales.

Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, entre enero y julio de 2025 se registraron 1.594 muertes por suicidio en el país. Esta cifra representa una disminución del 4,95 % frente al mismo periodo de 2024, cuando se reportaron 1.677 casos. Sin embargo, el panorama sigue siendo alarmante: el 82 % de las muertes corresponde a personas entre los 12 y los 44 años, un grupo clave para el desarrollo social, económico y familiar del país.

El impacto es particularmente fuerte en hombres, quienes representan el 80 % de los casos registrados. Las ciudades de Bogotá, Medellín y Cali son las más afectadas, mientras que Antioquia se consolida como el departamento con mayor número de suicidios.

Los grupos de edad más vulnerables son los adolescentes entre 12 y 17 años, con 161 casos; los jóvenes de 18 a 28 años, con 430 muertes; y los adultos tempranos de 29 a 44 años, con 439 casos. A ellos se suman los adultos mayores entre 60 y 74 años, que registraron 211 muertes por esta causa. Estos cuatro grupos concentran la gran mayoría de los casos en 2025, lo que evidencia la necesidad de una atención más focalizada y estrategias diferenciadas según la etapa del ciclo vital.

Frente a esta realidad, el Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic) advierte que no se debe bajar la guardia. Aunque la reducción en los casos es positiva, el riesgo persiste y exige una respuesta decidida desde el Estado, la sociedad civil y los sectores educativos y laborales. Para ello, Colpsic propone una serie de recomendaciones clave para prevenir el suicidio y fortalecer la atención oportuna.

Entre las acciones prioritarias, se destaca la necesidad de implementar programas de aprendizaje socioemocional en las escuelas, capacitar a docentes y estudiantes como “guardianes de prevención” y establecer protocolos de posvención para apoyar a comunidades escolares impactadas por un suicidio.

Asimismo, los expertos enfatizan en la importancia de diferenciar entre ideación suicida, intentos y suicidios consumados, y garantizar atención psicológica especializada y detección temprana por parte del personal de salud.

En los entornos laborales, se recomienda gestionar los riesgos psicosociales, prevenir el acoso y fomentar ambientes de trabajo saludables, que promuevan el bienestar mental y emocional de los empleados.

Una mención especial merecen los jóvenes LGBTIQ+, quienes enfrentan entre dos y cuatro veces más riesgo de suicidio que la población general. Para este grupo, Colpsic insiste en la necesidad de entornos seguros, libres de discriminación, y el acceso a atención especializada.

Además, el colegio resalta que existen factores neurobiológicos vinculados al suicidio, como alteraciones en la corteza prefrontal o déficits de serotonina, por lo cual se debe integrar el conocimiento neurocientífico en las estrategias de prevención.

A nivel familiar, se sugiere fomentar una comunicación abierta, identificar señales de alerta como el aislamiento, la desesperanza o los cambios emocionales bruscos, y ofrecer contención emocional sin emitir juicios. La familia juega un papel fundamental para detectar a tiempo el sufrimiento emocional y apoyar los procesos de atención.

Cada año, más de 740 mil personas mueren por suicidio en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Colombia, la tarea es clara: transformar el sufrimiento silencioso en una oportunidad de ayuda y conexión humana. “Identificar señales de riesgo, acompañar sin juzgar y buscar ayuda profesional son pasos que salvan vidas. Reconocer que se necesita apoyo es un acto de valentía”, concluye Colpsic.