El estrés, un factor común en la vida diaria, podría tener un papel mucho más profundo en nuestra salud de lo que se pensaba. Un estudio reciente publicado en JAMA Network Open revela que el estrés crónico no solo afecta nuestro bienestar emocional, sino que también podría estar relacionado con el desarrollo y el crecimiento de cáncer, específicamente en el cáncer de mama.
Dirigido por el Dr. Stefan Ambs del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, el estudio proporciona una visión detallada de cómo el estrés altera el sistema inmunológico, favoreciendo un entorno propicio para la proliferación de células tumorales.
Estudio: un análisis exhaustivo del estrés y sus efectos inmunitarios
El estudio se centró en 121 mujeres diagnosticadas con cáncer de mama, mayormente en las etapas iniciales de la enfermedad (estadios 1 y 2), con un promedio de edad de 56 años. De las participantes, 65 eran de origen europeo y 56 afroamericanas.
La investigación se llevó a cabo mediante un enfoque “fenotípico profundo”, en el que se analizaron miles de biomarcadores en la sangre, tejidos cancerosos y células circundantes. Esto incluyó 92 marcadores de proteínas inmuno-oncológicas y miles de marcadores de ADN y ARN, lo que permitió una comprensión más detallada de las interacciones entre el estrés y la biología del cáncer.
El principal objetivo del estudio era entender cómo cuatro fuentes de estrés: cotidiano, discriminación racial, aislamiento social y las privaciones asociadas al vecindario, los cuales influían en el sistema inmunológico, específicamente en su capacidad para prevenir y controlar el cáncer. Los resultados fueron alarmantes: el estrés crónico parece alterar de manera significativa la función del sistema inmunológico, creando un entorno más favorable para el crecimiento de las células cancerosas.
El estrés y el sistema inmunológico: un doble juego
La respuesta del sistema inmunológico al estrés es compleja. Aunque el estrés activa inicialmente el sistema inmunológico, lo que podría parecer una respuesta beneficiosa al ayudar a combatir infecciones y eliminar células anormales, en realidad, el estrés crónico tiene efectos perjudiciales.
Se observó que el aumento del estrés eleva los niveles de angiopoyetinas, proteínas que promueven la formación de vasos sanguíneos en los tejidos. Este proceso, conocido como angiogénesis, es crucial para el crecimiento de tumores, ya que les proporciona los vasos sanguíneos necesarios para su nutrición y expansión. En el microentorno inmunitario local, es decir, en las células y tejidos cercanos al tumor, los efectos del estrés son aún más dañinos.
Aunque algunas células inmunitarias, como los macrófagos M1, se activan, también lo hacen los macrófagos M2, que tienen el efecto contrario, suprimiendo la respuesta inmune. Más preocupante aún es que las células especializadas en eliminar células tumorales, como las células T y las células asesinas naturales, disminuyen su actividad. El estrés, por lo tanto, parece desorganizar la “fuerza policial” del cuerpo, dejando a las células cancerosas más libres para proliferar.
Discriminación y estrés social: factores adicionales de riesgo
El estudio también arrojó importantes hallazgos sobre las disparidades raciales en el cáncer de mama. Las mujeres afroamericanas experimentaron un mayor impacto del estrés sobre su sistema inmunológico, lo que podría explicar en parte por qué esta población tiene una mayor incidencia y gravedad del cáncer de mama.
Además, el estrés relacionado con la discriminación racial, el aislamiento social y las dificultades económicas tuvo un impacto significativo en los biomarcadores relacionados con el cáncer.

Implicaciones y futuro de la Investigación sobre el estrés y el cáncer
Este estudio es solo el inicio de lo que podría ser una nueva línea de investigación sobre el papel del estrés en el cáncer. Aunque los resultados son preocupantes, también abren la puerta a nuevas oportunidades para tratar el cáncer mediante la modulación del estrés. En este sentido, algunas intervenciones como el yoga, la meditación y otras técnicas de manejo del estrés podrían ofrecer beneficios adicionales para las personas con cáncer.
La investigación sugiere que el estrés crónico es un factor de riesgo significativo en el desarrollo y crecimiento del cáncer. Si bien reducir el estrés es más fácil de decir que de hacer, es fundamental para mejorar la salud general y posiblemente prevenir el cáncer. La ciencia continúa explorando cómo podemos mitigar estos efectos negativos, pero mientras tanto, es crucial considerar el estrés como un factor a tener en cuenta en la prevención y tratamiento del cáncer.
Fuentes utilizadas:
- Estrés: ¿un nuevo factor de riesgo de cáncer? – Medscape – 21 de marzo de 2025.
- JAMA Network Open.
- Dr. Stefan Ambs del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.