La ciencia ha demostrado que la comida no solo cumple una función nutricional, sino que puede generar adicción de forma similar a sustancias como el alcohol o las drogas. No todos los alimentos tienen el mismo potencial adictivo, pero los ultraprocesados —galletas, refrescos, bollería industrial, comidas rápidas o cereales de desayuno— ocupan un lugar central en esta problemática.
Aunque hoy parecen omnipresentes, no siempre fue así. La gran expansión de los ultraprocesados se produjo en las décadas de 1970 y 1980, cuando empezaron a consumirse a diario en los hogares. Por ello, los expertos señalan a la Generación X —personas nacidas entre 1965 y 1981— como la primera expuesta desde la infancia a estos productos cargados de grasas, azúcares, harinas refinadas y aditivos.
Generación X: la más afectada por la dependencia
Hoy, quienes pertenecen a esta generación tienen entre 44 y 60 años y constituyen un modelo idóneo para estudiar los efectos de los ultraprocesados a lo largo de la vida. Los datos son claros: muchos presentan signos de adicción a la comida basura muy similares a los que se observan en las drogas.
El estudio publicado en la revista Addiction describe síntomas como:
- Deseo intenso o ansia de consumo.
- Intentos fallidos por reducir la ingesta.
- Síndrome de abstinencia al evitar estos alimentos.
- Pérdida de interés en actividades sociales para evitar la exposición a estos productos.
En cifras, la investigación realizada con más de 2.000 participantes en Estados Unidos señala que el 21% de las mujeres y el 10% de los hombres de la Generación X cumplen criterios de adicción a los ultraprocesados.
Diferencias con los ‘baby boomers’
Los resultados también muestran una diferencia generacional importante. Entre los baby boomers (personas nacidas entre 1946 y 1964), que conocieron estos productos en la adultez y no en la infancia, las tasas de adicción son significativamente más bajas: solo el 12% de mujeres y el 4% de hombres de entre 65 y 80 años muestran dependencia.
Esto refuerza la hipótesis de que la infancia y la adolescencia son etapas críticas: cuando la exposición a ultraprocesados ocurre en esos momentos, el riesgo de desarrollar patrones adictivos en la edad adulta es mayor.
Las mujeres, las más vulnerables
Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es el predominio femenino en las cifras de adicción. Según los autores, una de las posibles causas se encuentra en la publicidad dirigida a mujeres durante los años 80, cuando se comercializaron masivamente galletas “light”, comidas rápidas para microondas y productos bajos en grasa.
Estos alimentos, aunque promovidos como soluciones saludables, estaban diseñados con perfiles nutricionales que podían fomentar la dependencia. Así, muchas mujeres que hoy tienen entre 50 y 64 años estuvieron expuestas en plena adolescencia a productos que favorecieron el consumo compulsivo.
Perfil de los adictos a los ultraprocesados
El estudio de la Universidad de Michigan establece un perfil mayoritario de las personas más vulnerables:
- Mujeres, principalmente de la Generación X.
- Con problemas de salud mental, como ansiedad o depresión.
- En situación de aislamiento o soledad.
- Con sobrepeso u obesidad.
- Con problemas de salud física crónica.
Un problema en aumento para las nuevas generaciones
La profesora Ashley Gearhardt, coautora del estudio, advierte que los niños y adolescentes actuales consumen incluso más ultraprocesados que la Generación X. Si la tendencia se mantiene, es posible que las futuras generaciones presenten tasas aún más elevadas de adicción alimentaria en la adultez.
Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de políticas públicas que limiten la disponibilidad de ultraprocesados, así como campañas de educación alimentaria que fomenten una dieta más equilibrada. La adicción a estos productos no es solo un problema individual, sino una amenaza creciente para la salud pública global.