¿Por qué a algunas personas no les afecta el café?

¿Por qué a algunas personas no les afecta el café? Causas científicas explicadas

Para muchas personas, el café es una necesidad diaria. La taza de la mañana se convierte en el combustible indispensable para activar cuerpo y mente. Sin embargo, existe un grupo de personas que afirma que el café “no les hace nada”, que pueden beberlo sin experimentar nerviosismo, insomnio ni esa inyección de energía tan característica. ¿Por qué sucede esto? La ciencia tiene varias respuestas.

Vicente Clemente, profesor de nutrición de la Universidad Europea, señala que esta aparente inmunidad al café se debe a una menor sensibilidad fisiológica a la cafeína. Es decir, los sistemas nervioso y cardiovascular de estas personas no reaccionan de forma intensa a esta sustancia estimulante. En algunos casos, incluso sí reciben los efectos esperados, como el aumento de alerta o una ligera mejora en el rendimiento mental, pero no los perciben de forma tan evidente.

Factores que explican la sensibilidad (o falta de ella) a la cafeína

Uno de los factores más determinantes es la genética. El gen CYP1A2 codifica una enzima hepática que participa en el metabolismo de la cafeína. Algunas personas heredan una versión “rápida” de este gen, que les permite eliminar la cafeína del cuerpo de forma más eficiente, reduciendo así sus efectos. Por el contrario, quienes tienen la versión “lenta” la metabolizan más despacio, lo que prolonga su acción en el organismo y potencia sus efectos.

Otro gen relevante es ADORA2A, que influye en cómo los receptores de adenosina del cerebro responden a la cafeína. Estos receptores son los que normalmente inducen sueño y relajación, y la cafeína los bloquea. Si estos receptores tienen una mayor resistencia o tolerancia, los efectos del café pueden ser más sutiles.

Además de la genética, influyen otros aspectos como la edad, el sexo y el estado hormonal. En general, el metabolismo de la cafeína es más lento en personas mayores, adolescentes y mujeres embarazadas. El uso de anticonceptivos orales también puede retrasar su eliminación del cuerpo.

También pueden influir enfermedades hepáticas o la toma de ciertos medicamentos, que alteran la función del hígado, así como el consumo de sustancias como el tabaco o alimentos como el brócoli, que pueden acelerar la eliminación de la cafeína.

Otro factor fundamental es la tolerancia adquirida. El consumo repetido de café hace que el organismo se adapte, reduciendo progresivamente la respuesta a esta sustancia. Según Clemente, “el sistema nervioso central modifica sus receptores y circuitos neuronales, por lo que se necesita una mayor dosis para experimentar los mismos efectos que al principio”.

¿Cuánto dura la cafeína en el cuerpo?

Una vez consumida, la cafeína se absorbe rápidamente a través del aparato digestivo, alcanzando su punto máximo en sangre entre los 30 y 60 minutos. El cuerpo comienza entonces a metabolizarla, proceso que ocurre principalmente en el hígado. La vida media de la cafeína, es decir, el tiempo que tarda el cuerpo en eliminar la mitad de la sustancia, varía entre 3 y 7 horas en adultos sanos, pero puede extenderse o acortarse según factores como la genética, el uso de medicamentos o incluso la dieta.

La tolerancia no es igual a inmunidad

Finalmente, es importante destacar que desarrollar tolerancia a la cafeína no significa dejar de sentir todos sus efectos. Algunas personas pueden ya no experimentar nerviosismo o insomnio, pero sí mantener mejoras en la concentración o en el estado de alerta. La tolerancia puede ser parcial o específica, y por eso hay quienes pueden beber café por la tarde sin que les altere el sueño.

En conclusión, no es que el café “no funcione” en algunas personas, sino que su cuerpo responde de forma diferente. La genética, la frecuencia de consumo y otros factores individuales juegan un papel clave en esta variabilidad. Por tanto, la relación con el café es, en gran parte, personal y única.