Cada semana Medscape elige un tema clínico de relevancia actual y lo acompaña con información útil para la práctica médica. En esta ocasión, con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, conmemorado cada 10 de septiembre, abordaron un problema urgente: el suicidio entre profesionales de la salud.
Según datos recientes, más de 720.000 personas mueren por suicidio cada año a nivel mundial. El lema de este año, “Cambiar la narrativa”, invita a eliminar los estigmas y tabúes que rodean al suicidio, con el objetivo de fomentar una cultura de apoyo y comprensión. Este enfoque es especialmente relevante en el ámbito sanitario, donde el suicidio representa un problema grave entre los profesionales médicos.
Datos de suicidio de la población médica del mundo
Estudios muestran que alrededor del 10 % del personal médico ha presentado ideación suicida reciente, una cifra que duplica la prevalencia registrada en la población general. Además, los médicos y médicas tienen un mayor riesgo de morir por suicidio, en parte por su acceso a medios letales. Particularmente preocupante es la situación de las médicas, quienes enfrentan un riesgo de suicidio 47 % mayor que las mujeres de la población general.
Las especialidades más afectadas incluyen urgencias y emergencias, donde la prevalencia de suicidio e ideación suicida es especialmente elevada.
Este fenómeno se relaciona con múltiples factores de riesgo que afectan tanto la formación como el ejercicio profesional. Entre ellos destacan el desgaste profesional (burnout), la sobrecarga de trabajo, ambientes altamente competitivos, estrés financiero, problemas de salud mental no tratados, expectativas poco realistas, falta de apoyo institucional, ausencia de estrategias de autocuidado y el llamado “estigma profesional” por buscar ayuda psicológica o psiquiátrica.
La situación es aún más alarmante en el caso de médicos y médicas residentes, en quienes el suicidio se encuentra entre las principales causas de muerte. Durante la residencia, muchos enfrentan maltrato verbal y físico, humillaciones, amenazas, acoso laboral por parte de superiores, jornadas extenuantes de más de 80 horas semanales, falta de espacios adecuados para descansar y condiciones laborales precarias, ya que son considerados estudiantes más que trabajadores, lo cual los deja sin la protección legal necesaria.
Qué medidas se pueden adoptar para su prevención
Frente a este panorama, se han propuesto diversas medidas para prevenir el suicidio en profesionales médicos:
- Mejorar los entornos de formación médica, limitando las horas de trabajo, asegurando condiciones dignas de descanso y atendiendo adecuadamente las denuncias de acoso o violencia laboral.
- Implementar evaluaciones periódicas de salud mental, que permitan la detección temprana de casos de riesgo y el seguimiento clínico adecuado.
- Eliminar barreras al acceso a atención en salud mental, especialmente aquellas asociadas al estigma, y fomentar que los profesionales busquen ayuda sin temor a represalias o discriminación.
- Desarrollar protocolos claros de prevención, actuación y seguimiento en casos de riesgo suicida, tanto para personal en formación como para profesionales en ejercicio.
- Garantizar el cumplimiento de límites legales de horas laborales para médicos y residentes, mejorar las condiciones laborales y crear espacios libres de violencia y maltrato dentro de los centros de salud.
Cambiar la narrativa es posible, pero requiere del compromiso activo de instituciones médicas, hospitales, universidades, autoridades sanitarias y gobiernos. Solo a través de un enfoque colaborativo se podrá avanzar hacia entornos más seguros, empáticos y saludables para quienes dedican su vida al cuidado de los demás.
Fuente usada: Prevención del suicidio en profesionales médicos – Medscape – 8 de sep de 2025.