La diabetes tipo 2 y el exceso de peso suelen ir de la mano, creando un círculo vicioso que complica el manejo de ambas condiciones. Si bien la pérdida de peso puede mejorar el control de la diabetes y la salud en general, muchos pacientes con esta enfermedad experimentan dificultades significativas para perder peso, incluso cuando siguen tratamientos y cambios en el estilo de vida diseñados específicamente para ello.
Este fenómeno tiene múltiples causas, y comprenderlas puede ayudar a encontrar alternativas más efectivas para el tratamiento de las personas con diabetes tipo 2 que luchan con el sobrepeso.
1. La hiperinsulinemia favorece la ganancia de peso
Una de las características de la diabetes tipo 2 es la resistencia a la insulina, que conduce a niveles elevados de insulina en el cuerpo, un fenómeno conocido como hiperinsulinemia. Esta hormona, que juega un papel crucial en el metabolismo de la glucosa, tiene un efecto anabólico, es decir, favorece el almacenamiento de nutrientes, especialmente en forma de grasa. La insulina estimula la acumulación de grasa tanto en el tejido adiposo visceral (la grasa que rodea los órganos internos) como en lugares no convencionales, como en el hígado y los músculos (grasa ectópica).
Esta acumulación de grasa no solo agrava la resistencia a la insulina, sino que crea un ciclo vicioso que facilita aún más la ganancia de peso, lo que hace que perder kilos sea más difícil para los pacientes con diabetes.
2. Conservación de energía a medida que se pierde peso
En individuos sin diabetes, cuando el cuerpo comienza a perder peso, una parte significativa de la energía liberada proviene de la excreción de glucosa en la orina. Sin embargo, en personas con diabetes tipo 2, los riñones tienen un umbral más alto para la excreción de glucosa, alrededor de los 180 mg/dl. Cuando los niveles de glucosa bajan por debajo de este umbral, el cuerpo puede reabsorber casi toda la glucosa, lo que significa que la energía no se pierde a través de la orina como en personas sin diabetes.
Este fenómeno de conservación de energía dificulta aún más la pérdida de peso, ya que el cuerpo preserva la glucosa (y, por ende, la energía) en lugar de utilizarla para la quema de calorías.
3. El uso de fármacos antidiabéticos favorece la ganancia de peso
Muchos de los tratamientos farmacológicos utilizados para controlar la diabetes tipo 2 están asociados con un aumento de peso. Medicamentos como las sulfonilureas, la insulina y las tiazolidinedionas, que son comúnmente recetados para la diabetes, pueden hacer más difícil la pérdida de peso.
Por ejemplo, los pacientes que usan insulina basal suelen ganar entre 1 y 1.5 kg, y este aumento es aún mayor cuando se combinan insulina basal con insulina de acción rápida (esquema basal-bolo), con un incremento de peso de hasta 3 kg.
Las sulfonilureas, que aumentan la secreción de insulina, también están asociadas con un aumento de peso de entre 1 y 3 kg. Incluso la pioglitazona, una tiazolidinediona, provoca un aumento de cerca de 2 kg, principalmente por retención de líquidos y aumento de tejido subcutáneo.
El hecho de que estos fármacos favorezcan la ganancia de peso puede contrarrestar los esfuerzos de los pacientes para perder kilos.
4. Miedo a la hipoglucemia y consumo calórico adicional
Los episodios de hipoglucemia, especialmente aquellos causados por medicamentos como las sulfonilureas y la insulina, pueden inducir un aumento en el apetito y en el deseo de consumir carbohidratos para elevar rápidamente los niveles de glucosa en sangre.
Este ciclo de hipoglucemia y la necesidad de “comer para evitarla” puede llevar a una ingesta calórica excesiva, lo que favorece la ganancia de peso.
Además, el miedo a experimentar hipoglucemia puede hacer que los pacientes se inclinen a consumir más alimentos de los necesarios, con el fin de prevenir estos episodios. Este aumento en la ingesta calórica es un factor importante que complica la pérdida de peso en personas con diabetes tipo 2.
5. Disminución de la actividad física debido a comorbilidades y complicaciones
El ejercicio físico regular es uno de los pilares más efectivos para el manejo del peso y de la diabetes tipo 2. Sin embargo, muchas personas con diabetes enfrentan barreras para mantener una rutina de ejercicio constante debido a las complicaciones de la enfermedad, como la neuropatía diabética, la enfermedad arterial periférica, o el pie diabético.
Estas afecciones pueden generar dolor o limitación en la movilidad, lo que hace que los pacientes eviten el ejercicio o lo realicen de forma esporádica.
Además, las comorbilidades asociadas con la diabetes, como la insuficiencia cardíaca o las enfermedades pulmonares, pueden reducir aún más la capacidad de los pacientes para participar en actividades físicas.
La falta de actividad física adecuada no solo dificulta la pérdida de peso, sino que también empeora el control glucémico y aumenta el riesgo de complicaciones.